Cartilla Municipal de Taxi

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Taxista mal informado y taxista confundido

Taxista mal informado

Trabajo en Canadá, en una empresa relacionada con tecnologías de la información y una noche tuve que quedarme hasta muy tarde. Como mi trabajo se encuentra en un lugar apartado de la ciudad y no tengo coche, en vez de utilizar el autobús, llamé a un taxi.

Taxista: “¿De manera que trabajas en esta empresa?”.

Me encontraba muy cansado, de manera que no prestaba demasiada atención.

Yo: “Si, eso mismo”.

Taxista: “¿Cómo es eso de trabajar ahí?”.

Yo: “Casi siempre está bien, sin embargo, cuando tengo que trabajar hasta tarde, como hoy, no lo aguanto”.

Taxista: “Imagino que  entonces no debiste elegir ese tipo de trabajo”.

Yo: “Si, supongo”.

Taxista: “¿Están contratando gente ahora?”.

Yo: “No lo sé”.

Taxista: “Seguro que trabajar allí sería mejor que conducir un taxi”.

Yo: “Si, seguramente… ¿Has estudiado sobre tecnologías de la información en la universidad?”.

Taxista: “¿Cómo? ¿Es que no eres limpiador?

Yo: “¿Qué dices? ¡No!”.

Taxista: “Ah, ya…”.

Ya no emitió un sonido durante todo el trayecto.

Cartilla de taxi

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Taxista hacia un puente muy lejano

Paseando con mi novio noruego por Queens (Nueva York), hemos perdido el autobús. El siguiente parece que no vendrá hasta mucho más tarde y estamos muy cansados, de manera que decidimos parar un taxi hasta casa, en Brooklyn (Nueva York).

En el taxi, para sentirnos más en intimidad, hablamos en noruego. El viaje parece transcurrir normalmente, hasta que mirando por la ventana, me doy cuenta de que el conductor nos está llevando al puente de Williamsburg, en Manhattan, cuando podría ir directamente desde Queens a Brooklyn, sin pasar por Manhattan.

Yo: “Perdone… ¿Vamos a Manhattan?”.

Taxista: “No, este es el puente de Williamsburg, que lleva a Williamsburg”.

Yo: “No, este es el puente de Williamsburg, que conecta Williamsburg con Manhattan. Ahora estamos en Williamsburg, en dirección a Manhattan”.

Taxista: “No, estamos conduciendo hacia Williamsburg”.

Yo: “¿Por eso estoy viendo el Empire State Building delante de nosotros, en la misma dirección hacia la que nos dirigimos?”.

El taxista se queda callado. Seguro que pensó que éramos extranjeros y podría cobrarnos más. Llegamos al final del puente y damos la vuelta para regresar a Brooklyn. Hace tiempo, cuando los taxistas se equivocaban en la ruta, siempre apagaban el taxímetro para compensarlo, sin embargo, este no lo hace.

Llegamos al destino y claro, el precio es mucho más alto de lo normal.

Yo: “Solo pagaré el viaje, descontando el tráfico y la vuelta innecesaria”.

Su número de licencia es casi tan antiguo como la ciudad.

Taxista: “Vale…. está bien, está bien”.

Acepta el dinero que le doy y por mi parte, anoto su licencia de taxi y lo denuncio. Tenía mi teléfono con la ubicación activada, por lo que también tenía grabada en Google Maps la ruta que habíamos seguido.

Nunca antes, nadie había intentado estafarme, pensando que era turista, en mi propia ciudad.

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