Vivo en Bolton (Reino Unido) y después de ver una película, pierdo el último tren de regreso a mi casa. Comienzo a sentir un poco de pánico porque el próximo tren no sale hasta las 4 de la mañana y debo trabajar al día siguiente. Paro un taxi y entro, pero inmediatamente me doy cuenta de que está finalizando su turno, por lo que abro la puerta para salir, pero el taxista me detiene.
Taxista: “No te preocupes por mi hora de salida. ¿A dónde vas?”.
Yo: “Verá, voy a mi casa en (le digo mi dirección)“.
Taxista: “Muy bien, vámonos entonces”.
Comenzamos el trayecto, pero no puedo evitar ver como avanza el contador. Hace poco que he perdido mi anterior trabajo y la película que acabo de ver, en realidad fue un regalo de un amigo. Miro mi bolso yobservo, que no voy a tener suficiente dinero. Decido detener el taxi.
Yo: “Muy bien, puede parar aquí, gracias”.
Taxista: “Pero… estamos a punto de llegar a tu casa”.
Yo: “Si, lo sé, pero conozco el camino desde aquí. De todos modos, solo no tengo suficiente dinero para pagar”.
Taxista: “No importa, puedo pasar por un cajero automático”.
Yo: “Verá, es que el dinero que es todo lo que tengo hasta cobrar mi sueldo. Acabo de perder mi anterior trabajo, y esta noche he perdido el último tren porque el tranvía se retrasó”.
Me callo un momento para calmarme. Luego, intento entregarle el dinero.
Taxista: “Tranquila, este viaje será gratis”.
Apaga el taxímetro.
Yo: “No, de verdad, ha cumplido con su parte y debo pagar por ello”.
Taxista: “Verás, voy a ser sincero: es cierto que había terminado mi turno cuando subiste, pero has sido muy amable. Eres joven y estás preocupada porque llegas a casa a las 2 de la madrugada, pero en lugar de insistir en que te lleve a tu casa, prefieres ir andando, con lo que podrías tener algún problema. También fuiste muy honesta. En realidad, la mayor parte de mis noches de trabajo se pasan tratando de conseguir que la gente pague”.
Le doy las gracias pero igualmente intento salir del taxi. Me detiene nuevamente.
Taxista: “¡No seas ridícula! Quieres ir a tu casa. Bien, yo te llevaré allí”.
El taxista me llevó hasta mi casa sin cobrarme nada. Nunca olvidaré su amabilidad. Desde entonces he encontrado un nuevo trabajo, pero ahora, cada vez que tomo un taxi, le doy al conductor unas libras extra, en recuerdo de aquel que me ayudó.
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